Jue, 25 Abr 2024 02:10 AM

Breve historia del béisbol japonés

 

   Si bien la versión profesional del Yakyu –como se conoce al béisbol en japonés– apenas tuvo su inicio en 1936, el deporte ya se jugaba regularmente en Japón desde la década de 1870, cuando fue introducido por profesores estadounidenses que llegaron a enseñar inglés con la misión de ayudar a modernizar la nación.

 

   En sus primeros años, el deporte se jugaba con mucha rigidez y se utilizaba principalmente como un método de enseñanza para estudiantes universitarios, como una especie de arte marcial que les permitía fortalecerse tanto física como mentalmente.

 

   Uno de estos estudiantes, Hiroshi Hiraoka, que pasó varios años en los Estados Unidos estudiando ingeniería, tomó la iniciativa en 1878 de fundar el primer equipo de béisbol japonés, el Club Atlético Shimbashi. A partir de ese momento, el deporte comenzó a crecer en popularidad y se estableció como la disciplina atlética por excelencia en las escuelas y universidades del país.

 

Kurosawa y el béisbol

 

   El legendario director de cine Akira Kurosawa, nacido en 1910, describe en su autobiografía varias escenas de su más temprana infancia, entre las cuales se destaca el recuerdo de un día en el campo de béisbol del colegio en el que su padre enseñaba.

 

   El creador de películas tan afamadas como Siete Samurai, Yojimbo, Rashomon y Kagemusha, fue un gran fanático de este deporte y hasta lo practicó en su adolescencia mientras cursaba la escuela secundaria. Su rol principal era el de lanzador, pero también jugaba ocasionalmente en el campo corto.

 

1915: Primer torneo anual escolar

 

   Como respuesta a la creciente popularidad del béisbol en los colegios, en 1915 se organizó el primer Torneo Anual de Escuelas Secundarias, un evento en el que participan escuelas de todo el país que aún se realiza cada año en dos ediciones: una en marzo y otra en agosto.

 

   El prestigio y la popularidad de este torneo son tan grandes que todos sus partidos son transmitidos por televisión a nivel nacional y la cobertura que reciben en la prensa es tan o más extensa que la de los partidos profesionales. Los campeonatos se realizan siempre en el mismo sitio: el legendario Estadio Koshien, sede de los Tigres de Hanshin, quienes son literalmente expulsados de su propio parque por 3 semanas cada vez que se disputa la edición de agosto.

 

   La razón de la inmensa popularidad del torneo es el hecho de que los jóvenes no juegan por dinero sino por el prestigio de poder coronarse campeones, lo que despierta la admiración de los fanáticos. De hecho, una de las razones por las que el profesionalismo se tardó tanto en establecerse en Japón fue que por mucho tiempo la idea de jugar béisbol por dinero era vista como profana.

 

Eiji Sawamura y la llegada del profesionalismo

 

   En noviembre de 1934, el dueño del Diario Yomiuri, Matsutaro Shoriki, organizó una gira de estrellas de las Grandes Ligas por Japón con la idea de fomentar el profesionalismo y la aspiración de formar en el futuro el primer equipo profesional del país. Afortunadamente para Shoriki, dos cosas ocurrieron en esa gira que garantizaron el éxito de los objetivos que se había propuesto.

 

   La primera de ellas fue el consentimiento de las mejores estrellas de las Grandes Ligas de ese momento a participar en la gira. Así, y para la satisfacción de los organizadores, fanáticos y jugadores japoneses que los enfrentarían sobre el terreno, Babe Ruth, Lou Gehrig, Jimmy Foxx, Charlie Gehringer y compañía, además del respetado manager Connie Mack, llegaron a Japón a participar en los juegos de exhibición organizados para el evento. La segunda, fue el inesperado salto a la fama del lanzador juvenil Eiji Sawamura, quien con 17 años apenas cursaba su último año de la escuela secundaria en aquel momento.

 

   Sawamura, en honor a quien se nombró el premio al mejor lanzador de la temporada regular en Japón (el equivalente al Premio Cy Young en las Grandes Ligas), tomó la lomita en uno de los partidos de exhibición realizados en Shizuoka y para el asombro de todos los presentes dominó con autoridad a la poderosa alineación norteamericana, abanicando incluso a Gehringer, Ruth, Gehrig y Foxx de manera consecutiva. Al final, perdió el partido 1-0 tras cederle un jonrón solitario a Gehrig, pero saltó de inmediato a la fama y contribuyó enormemente al inicio del profesionalismo en el país.

 

   El 26 de diciembre de ese año, aproximadamente un mes después de terminada la gira, Shoriki fundó el primer equipo profesional de Japón, los Gigantes de Yomiuri, quienes con la ayuda de los brazos de Sawamura, Hideo Fujimoto y el ruso Víctor Starffin, dominaron la primera década y media de pelota profesional en el país.

 

   El 10 de diciembre de 1935 se fundó el segundo equipo profesional, los Tigres de Hanshin, y apenas el 5 de febrero de 1936 se formó la primera liga profesional, que con la participación de siete equipos se mantuvo activa hasta 1949, a pesar de los altibajos causados por la segunda guerra mundial.

 

1950: La primera Serie de Japón

 

   El béisbol profesional japonés, como se lo conoce hoy día, data de 1950. La reconstrucción del país después del fin de la guerra y de la ocupación norteamericana promovió la aparición de varios nuevos equipos y también la formación de una segunda liga profesional. Con dos ligas activas al mismo tiempo, se hizo necesaria la creación de una serie final, bautizada como Serie de Japón, para determinar al campeón nacional de la temporada.

 

   La Liga Central contó con la participación de ocho clubes: los ya famosos Gigantes de Yomiuri y también los Tigres de Hanshin, Dragones de Chunichi, Golondrinas de Kokutetsu, Carpas de Hiroshima, Ballenas de Taiyo, Piratas de Nishi-Nippon y Petirrojos de Shochiku. La Liga de Pacífico agrupó a siete novenas: Oriones de Mainichi, Leones de Nishitetsu, Bravos de Hankyu, Voladores de Tokyu, Halcones de Nankai, Perlas de Kintetsu y Estrellas de Daiei.

 

   Mainichi, campeón de la Liga del Pacífico, derrotó 4-2 a Shochiku, campeón de la Liga Central, en la Serie de Japón de ese año para coronarse como el primer monarca del béisbol del país.

 

1955: Roberto “Chico” Barbón, el primer latino en Japón

 

   El año 1955 tiene un significado especial para los latinoamericanos en Japón. Ese año marcó la llegada del primer pelotero latino al béisbol profesional japonés: el cubano Roberto “Chico” Barbón, quien firmó con los Bravos de Hankyu procedente de las categorías menores de los Dodgers de Brooklyn en los Estados Unidos.

 

   Barbón no se destacó especialmente por su habilidad al bate, pero sí por su gran defensa en la segunda base, por su habilidad para robar bases y por su notable carisma latino que le permitió ganarse el corazón de los fanáticos. El carisma latino ha estado presente desde entonces en Japón, con el venezolano Alex Ramírez como su más connotado embajador en la actualidad.

 

   Barbón continuó jugando con Hankyu hasta 1965 y fue al momento de su retirada el extranjero con más partidos disputados en la liga. Su dominio del idioma y gran adaptación al país lo llevaron a quedarse en él después de su retirada como jugador activo. Se casó con una mujer local y hasta la fecha de hoy ha continuado trabajando para el equipo, con diversas interrupciones, como intérprete, coach, asistente de los jugadores foráneos y demás roles de apoyo. Es común verlo en el Kyocera Dome en Osaka durante los juegos de los Búfalos de Orix.

 

Sadaharu Oh y el dominio de los Gigantes de Yomiuri

 

   Para 1960, los Gigantes de Yomiuri ya se habían establecido como el equipo más popular y más exitoso del país, después de haber participado en 8 de las 10 primeras Series de Japón y ganado 4 de ellas. El poderío económico del grupo de medios Yomiuri, que para ese momento también abarcaba la recién nacida televisión, le permitió al club contar con todas las facilidades necesarias para mantener el más alto nivel competitivo. Este poder le permitió al equipo hacerse con los servicios de los mejores jugadores profesionales disponibles y también desarrollar a sus futuras estrellas.

 

   La más destacada de éstas, si bien no la más popular, fue la de Sadaharu Oh. Hijo de un inmigrante chino y de madre japonesa, Oh tuvo que superar la discriminación racial a la que fue sometido en su adolescencia para llevar al colegio Waseda al título del torneo anual escolar de 1957 en el Estadio Koshien. Oh lanzó cuatro partidos completos en cuatro días seguidos, a pesar de tener una lesión en su mano de lanzar que constantemente manchaba de sangre las pelotas que tiraba desde la lomita.

 

   Oh firmó como los Gigantes en 1959 y fue movido de inmediato a la primera base, en parte porque había perdido fuerza en su recta y en parte para aprovechar su natural poder al bate. Sus tres primeras temporadas no fueron particularmente prometedoras, pues sus deficiencias a la hora de batear eran notables. No obstante, el coach de bateo del equipo, Hiroshi Arakawa, quien también era profesor de artes marciales, asumió la tarea de trabajar con él para ayudarlo a mejorar.

 

   Oh aceptó el reto, practicó su nueva mecánica de bateo hasta el cansancio y el resto es historia. Culminó la temporada de 1962 con 38 jonrones, para ganar el primero de una racha de títulos de cuadrangulares sin precedentes en la historia: 13 consecutivos hasta 1974, para luego añadir dos más en 1976 y 1977. Como si esto fuera poco, en sus 22 temporadas como jugador también ganó 13 títulos de carreras impulsadas, 5 de bateo y 9 premios al Jugador Más Valioso. Oh culminó su carrera con 868 jonrones, un récord mundial que todavía está vigente y parece difícil que alguien pueda romper en el futuro.

 

   Gracias al inigualable aporte de Oh y al del jugador japonés más popular de todos los tiempos, Shigeo Nagashima –cuyos logros apenas llegaron a la mitad de los de Oh–, los Gigantes de Yomiuri protagonizaron la llamada Era Dorada del Béisbol Japonés, popularmente conocida como V9, en la que ganaron nueve Series de Japón consecutivas entre 1965 y 1973. Desde entonces, los Gigantes sólo han podido ganar siete series más y nunca en años consecutivos.

 

1978: Robert Marcano, primer líder remolcador latino

 

   El año 1978 marcó otro hito histórico para los peloteros latinoamericanos en Japón. El venezolano Robert Marcano, quien venía de ganar tres Series de Japón consecutivas con los Bravos de Hankyu, terminó el año como líder impulsador de la Liga del Pacífico con 94 carreras. Esta fue la primera vez que un jugador latino ganó uno de los tres principales títulos ofensivos de la liga.

 

   Al año siguiente, el puertorriqueño Félix Millán emuló la hazaña al conquistar el título de bateo de la Liga del Pacífico al terminar la temporada con promedio de .346 mientras jugaba para las Ballenas de Taiyo. Desde entonces, los toleteros latinos acumulan 13 títulos de jonrones, 14 de carreras impulsadas y 3 de bateo en la pelota profesional nipona, además de 4 galardones al Jugador Más Valioso de la temporada regular.

 

La era dorada de los Leones de Seibu

 

   Para finales de los años 70 los Gigantes de Yomiuri constituían la única dinastía de la historia del béisbol japonés, pero esto cambiaría en la década siguiente gracias a la visión y ambición de un solo hombre: Yoshiaki Tsutsumi, dueño de la Corporación Seibu, para entonces el hombre más rico del mundo.

 

   En 1977, Tsutsumi decidió incursionar en el negocio de la pelota profesional a través de la construcción de un moderno estadio ubicado en una hermosa zona natural rodeada de árboles y lagos en la ciudad de Tokorozawa, un suburbio del noroeste de Tokio. La idea original era que los 12 equipos profesionales disputaran partidos ocasionales en el nuevo estadio, pero cuando su construcción estaba a punto de concluir Tsutsumi decidió comprar directamente uno de los equipos, mudarlo a su propio estadio y llevar a los fanáticos hasta él en su propia línea de trenes y autobuses. Los Leones de Crown Lighter, que para 1979 jugaban en Fukuoka, fueron el club seleccionado y desde entonces se les conoce como Leones de Seibu.

 

   No se escatimaron esfuerzos ni recursos en reforzar al equipo de la mejor manera posible para convertirlo en un firme candidato al título y en apenas cuatro años la estrategia dio resultado. El club conquistó su primera Serie de Japón en 1982 y en los 12 años siguientes conseguiría otras 7 más, además de 10 campeonatos de la Liga del Pacífico. Hoy día, el club suma un total de 13 Series de Japón y 21 títulos de la Liga del Pacífico y sólo es superado en laureles por los Gigantes de Yomiuri.

 

   Varios de los mejores jugadores de la historia del béisbol japonés formaron parte de las alineaciones que dieron nombre a la llamada Era Dorada de los Leones de Seibu. El ex miembro de los Medias Rojas de Boston y Jugador Más Valioso de los dos primeros clásicos mundiales de béisbol, Daisuke Matsuzaka, es el más famoso de ellos, pero también forman parte de la lista el campo corto Kazuo Matsui y los latinos Orestes Destrade y Alex Cabrera, entre otros.

 

   El cubano Destrade fue el campeón indiscutible de jonrones de la Liga del Pacífico de 1990 a 1992, mientras que el venezolano Cabrera fue un paso más allá y empató en 2002 el récord de 55 vuelacercas para una campaña que había impuesto Sadaharu Oh en 1964. No lo pudo romper porque a cinco partidos para el final de la temporada dejó de recibir lanzamientos buenos, pero sí logró empatarlo para el orgullo de todos los latinos. En 2013, esa marca fue finalmente superada por el curazoleño Wladimir Balentien, quien se fue 60 veces para la calle defendiendo la camiseta de las Golondrinas de Yakult.

 

   Desde 1992, sólo los Halcones de SoftBank han logrado ganar la Serie de Japón en años consecutivos (2014 y 2015), por lo que los Leones de Seibu se mantienen como la última gran dinastía de la pelota nipona, al menos hasta los momentos.

 

Un nuevo balance de poderes

 

   Hoy día, el balance de poderes dentro del béisbol profesional japonés es más equilibrado. Yomiuri y Seibu siguen siendo los equipos más exitosos en términos deportivos, pero clubes más modestos como Yakult, DeNA, Orix y, más recientemente, Rakuten han progresado al punto de poder ganar también la Serie de Japón una o más veces en los últimos 18 años.

 

   Siete equipos distintos han conquistado los últimos diez campeonatos nacionales, lo que dice mucho del nivel de competitividad actual de la liga, que se ha incrementado también gracias a estrategias como la introducción de los juegos interligas durante la temporada regular, el debut de las series de postemporada que hasta hace poco no existían y la llegada de un equipo de expansión, las Águilas de Rakuten, que en 2013 conquistó el primer título de la Serie de Japón de su corta historia.

 

El béisbol japonés domina al mundo

 

   Cuando en 1995 el lanzador Hideo Nomo dio el salto a las Grandes Ligas nadie se hubiese podido imaginar las consecuencias positivas que ese hecho traería al deporte japonés. De la noche a la mañana se puso al descubierto una mina de talento prácticamente ilimitada que cada vez aporta más estrellas a las Grandes Ligas. Ichiro Suzuki le abrió las puertas a los jugadores de posición en 2001 y luego le siguieron Hideki Matsui, Kenji Jojima, Akinori Iwamura y Kosuke Fukudome, entre otros.

 

   En 2006, Japón se consolidó como una de las máximas potencias mundiales de béisbol al derrotar a Cuba en la final del primer Clásico Mundial de Béisbol y en marzo de 2009 reconfirmó ese estatus derrotando a Corea del Sur en la final del segundo Clásico.

 

   Con jugadores de calidad tanto dentro como fuera del país y una liga profesional que rebosa de calidad y popularidad, el futuro de la pelota japonesa no podría lucir mejor.

 

Orgullo latino en Japón

 

   En lo que respecta a los peloteros latinos, el béisbol japonés se ha transformado en la tierra prometida para muchos de ellos. Cansados ya de ver cómo se les cerraban una y otra vez las puertas de las Grandes Ligas, a pesar de tener méritos sobrados para jugar allá, varios latinoamericanos encontraron en Japón la confianza que se les negó en otras ligas y respondieron con creces. Los venezolanos Roberto Petagine, Alex Cabrera y Alex Ramírez y el dominicano Tony Blanco son buenos ejemplos de ello.

 

   Todos ellos han conquistado, al menos una vez, tanto el título de jonrones como el de carreras empujadas en sus respectivas ligas. Los tres primeros han sido campeones nacionales con sus equipos y además han ganado el premio al Jugador Más Valioso de la temporada regular (Ramírez es el único extranjero que lo ha ganado dos veces). Son, de hecho, los únicos tres latinos que han obtenido tal distinción hasta el momento.

 

   Para el inicio de la campaña de 2010, cuatro de los doce equipos que conforman la liga tenían jugadores latinos en la parte fuerte de su alineación: Alex Ramírez (Yomiuri) y Tony Blanco (Chunichi) eran los cuartos bates en sus respectivos equipos, mientras que Alex Cabrera (Orix) y José Ortiz (SoftBank) bateaban terceros.

 

   En 2014, ese número aumentó a seis, luego de que Blanco (DeNA) y sus compatriotas Mauro Gómez (Hanshin) y Wily Mo Peña (Orix), además del cubano Alfredo Despaigne (Lotte), fueron los cuartos bates titulares de sus respectivos clubes y el cubano Yulieski Gourriel (DeNA), el venezolano Ernesto Mejía (Seibu), el mexicano Luis Cruz (Lotte) y el dominicano Héctor Luna (Chunichi) batearan terceros o quintos en las alineaciones de sus respectivos conjuntos. Esto atestigua el valor que posee el talento latino en la pelota nipona.

 

   Así como el béisbol japonés rebosa de salud, también lo hacen los latinoamericanos que brillan en su liga. El número de representantes de la región que son contratados por los 12 clubes de la NPB cada año continúa aumentando y varios de ellos logran desarrollar largas carreras en el país. El dominicano Blanco y el venezolano Baldiris, por ejemplo, tienen ya más de seis temporadas activos en Japón, mientras que el dominicano Carlos Rosa y el puertorriqueño Orlando Román suman ya más de cuatro.

 

   Alex Ramírez se convirtió en 2013 en el primer extranjero en sumar 2.000 hits de por vida en la NPB y también el primero en ser admitido en el prestigioso Meikyukai, o Club de los Jugadores Extraordinarios, una especie de Salón de la Fama paralelo que agrupa a todos los jugadores que han cosechado 2.000 hits, 200 victorias o 250 juegos salvados en sus carreras en Japón. Ramírez tiene además mucho chance de convertirse en el primer latino y apenas el segundo extranjero en ser admitido al Salón de la Fama del béisbol japonés.

 

   Por si eso fuera poco, Ramírez se convirtió en octubre de 2015 en el primer manager latino en la historia de la NPB, luego de que fuese contratado por las Estrellas de DeNA para dirigir a su equipo en la temporada 2016.

 

   Así mismo, los jugadores latinos impusieron en 2015 un nuevo récord de presencia en la liga luego de que 33 de ellos vieran acción en al menos un partido de su máxima categoría, por lo que en este momento el futuro del béisbol hispano en Japón no podría lucir más prometedor.