Sáb, 27 Abr 2024 08:22 AM

El legado de los lentes de Atsuya Furuta

 

   La elección hace pocos días del receptor Atsuya Furuta y sus famosos lentes al Salón de la Fama del béisbol japonés nos recuerda una lección importante que nunca debemos olvidar: creer siempre en nosotros mismos, sin importar lo que digan los demás.

 

   Como ya le hemos explicado en otras ocasiones, una de las características más importantes de la pelota nipona es la armonía del grupo (wa, en japonés), por lo que cualquier cosa que amenace con quebrarla es siempre combatida con contundencia.

 

   Un corte de pelo excéntrico, dejar crecer el cabello facial, masticar goma durante un juego, protestar una decisión arbitral y escupir sobre el terreno son algunas de las cosas que han sido o todavía siguen siendo prohibidas por los clubes de la NPB, de manera de no desbalancear la armonía del conjunto en cuestión.

 

   En el caso de Furuta, sus lentes lo convirtieron en el blanco de innumerables quejas por parte de sus entrenadores, que vivían insistiendo que éste nunca podría triunfar en el mundo del béisbol utilizándolos.

 

   No obstante, debido a la mala visión que lo afectó desde joven, éste no tenía más remedio que utilizarlos para poder jugar porque de otra manera no podría ver nada de lo que estaba ocurriendo sobre el terreno.

 

   Así fue cómo, a pesar de los comentarios negativos que vivía escuchando, decidió seguir haciendo lo que más le gustaba hacer: jugar béisbol.

 

   Luego de graduarse de la escuela secundaria decidió asistir a la famosa Universidad Ritsumeikan en Kioto y defender los colores de su equipo, de manera de mantenerse activo en el deporte ya que sus posibilidades de ser electo en el draft de la NPB parecían muy pocas.

 

   Una vez terminada su carrera universitaria, sus temores probaron tener fundamento al no ser electo por ningún equipo profesional durante el draft de ese año, por lo que entonces optó por unirse a las filas del equipo corporativo de la automotriz Toyota, que disputaba sus partidos en una liga independiente.

 

   A pesar de todo, su talento era tan notable que fue seleccionado para participar en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1988 y su aporte fue clave para que el combinado japonés se quedara con la medalla de plata.

 

   Tras dos años de acción en el circuito corporativo, la suerte finalmente le sonrío y las Golondrinas de Yakult lo eligieron en la segunda ronda del draft de 1989, sólo para que después el manager del equipo, el legendario Katsuya Nomura, comenzase a quejarse también de sus lentes.

 

   Sin embargo, Nomura, el más grande receptor que jamás haya visto acción en la NPB, decidió darle la oportunidad a su nuevo pupilo y se esforzó por convertirlo en un digno heredero de su liderazgo detrás del plato.

 

   Furuta, quien para ese momento tenía ya 24 años, aceptó el reto y decidió adaptarse sin quejas al riguroso método de trabajo de su nuevo mentor, que terminó rindiéndole frutos de manera inmediata.

 

   En apenas su primera campaña con Yakult se ganó la titularidad de la receptoría, en la segunda ganó el título de bateo de su circuito con .340, en la tercera se coronó campeón de la Liga Central con su equipo y en la cuarta lo llevó a ganar la Serie de Japón, además de quedarse con el galardón al Jugador Más Valioso de la temporada regular.

 

   Más tarde ganaría tres Series de Japón más, en dos de las cuales fue electo como el Jugador Más Valioso, otro título de JMV de la temporada regular, 10 Guantes de Oro, 9 elecciones al equipo ideal de la temporada y nada menos que 17 participaciones en la Serie de las Estrellas.

 

   Cuando en 2005 sumó el imparable número 2.000 de su carrera, se convirtió en ese momento en el primer pelotero en lograr esa hazaña tras haber jugado béisbol universitario y también béisbol independiente antes de debutar en la NPB.

 

   Luego de cumplir 40 años en 2005, el respeto que el club le tenía por todo lo que había hecho era tan grande que decidió nombrarlo manager-jugador, cargo que ejerció durante las dos siguientes campañas, tras las cuales finalmente decidió retirarse.

 

   Durante los largos 18 años que duró su exitosa carrera, sus lentes nunca abandonaron su cara. Por el contrario, ganaron tanta fama que las compañías fabricantes más reconocidas compitieron para poder firmar un contrato de patrocinio con él.

 

   En una entrevista reciente a nuestro colega del diario Japan Times Jason Coskrey, Furuta declaró que una de las cosas de las que más orgulloso se siente es de haberse convertido en un ejemplo a seguir para los jóvenes que practican el deporte.

 

   “En ese momento [cuando empezó su carrera], la gente me decía que no podía jugar béisbol con mala visión o utilizando lentes. Desde entonces, muchas personas me han dicho, incluyendo jugadores colegiales, que ellos pudieron continuar jugando béisbol con lentes gracias a mi ejemplo. Me hace muy feliz escuchar eso y por eso me siento orgulloso de todo lo que logré”.

 

   Así mismo, declaró sentirse muy orgulloso de haber alcanzado los 2.000 hits porque lo logró a pesar de haber debutado tarde en la NPB debido al tiempo que pasó en la liga corporativa.

 

   Eso, sin duda, representa una gran hazaña. Talentos naturales como Masahiro Tanaka o, más recientemente, Shohei Otani, se convirtieron en lanzadores titulares en la NPB justo después de graduarse de la escuela secundaria, por lo que comenzaron sus carreras con apenas 18 años.

 

   Furuta, por el contrario, tuvo que esperar hasta después de cumplidos los 24 para poder recibir una oportunidad y todo por culpa de unos lentes que no tenía más remedio que utilizar debido a su deficiente visión.

 

   No obstante, su arduo trabajo tanto dentro como fuera del terreno terminó pagando sus dividendos y al final su elección al Salón de la Fama nipón no podría ser más merecida.

 

   Otros jugadores japoneses que también se atrevieron a desafiar la armonía del grupo y seguir sus propios instintos para poder triunfar seguramente le seguirán en los próximos años, como Hideo Nomo e Ichiro Suzuki.

 

   Nomo, con su extraño movimiento antes de lanzar que asemeja un tornado, también tuvo que pasar por una liga independiente antes de poder recibir la oportunidad de jugar en la NPB, pero apenas lo hizo se convirtió en una sensación.

 

   No sólo eso, sino que además se atrevió también a desafiar al régimen establecido y “desertar” a las Grandes Ligas, donde no sólo triunfó sino que también les abrió las puertas al resto de sus compatriotas para dar el salto e irse a jugar en ese circuito.

 

   Suzuki, por su parte, enfrentó desde pequeño innumerables problemas por su particular forma de batear (meciendo el pie de atrás hacia adelante para empezar a correr) que lo siguieron incluso hasta el momento en que firmó con la Ola Azul de Orix (hoy Búfalos de Orix).

 

   Durante los primeros dos años de su carrera profesional nunca pudo ganarse la titularidad debido al desprecio que sentía su manager por su forma de batear, pero apenas llegó un nuevo estratega que sí le dio la oportunidad de jugar a diario el joven toletero le dio rienda suelta a su talento y lo demás es historia.

 

   Ganó 7 títulos de bateo consecutivos, tres galardones al Jugador Más Valioso de la temporada y una Serie de Japón antes de irse a las Grandes Ligas, donde ganó otro JMV, dos títulos de bateo más e impuso dos marcas extraordinarias: más hits en una temporada (262, en 2004) y más temporadas consecutivas (10) con 200 o más hits.

 

   No podemos sino celebrar la elección de Furuta al Salón de la Fama nipón y agradecerle su legado, que junto al de otros como Nomo y Suzuki nos recuerdan que nunca debemos dejar de creer en nosotros mismos, a pesar de lo que puedan decir los demás.